Aumentando la resiliencia: Pensamiento sistémico en la planificación del transporte urbano

Identificar el transporte urbano como un sistema es crucial para comprender la complejidad de los retos de la movilidad urbana y encontrar oportunidades para aumentar su resiliencia.   

El pensamiento sistémico es un enfoque para la resolución de problemas y la comprensión de fenómenos complejos mediante el análisis de las interacciones e interdependencias entre los diversos componentes de un sistema. Este enfoque implica considerar las relaciones entre elementos y comprender cómo los cambios en una parte pueden afectar a todo el sistema. Las ciudades pueden considerarse un complejo sistema de sistemas, siendo el transporte urbano uno de sus subsistemas. 

Enmarcar el transporte urbano como un sistema es crucial para comprender la complejidad de los retos de la movilidad urbana y encontrar oportunidades para aumentar la resiliencia.   

El transporte urbano es un sistema compuesto por elementos interconectados que trabajan juntos para facilitar el movimiento de personas y mercancías dentro de una ciudad. Los principales elementos del sistema de transporte urbano son los siguientes: 

Infraestructuras: Carreteras, puentes, aceras, sistemas de transporte público y otras estructuras físicas, incluidos los aspectos informales, que apoyan el transporte. 

Vehículos: Minibuses, rickshaws, autobuses, tranvías, bicicletas y otros medios de transporte utilizados dentro del entorno urbano. 

Operaciones: Gestión del tráfico, programación y coordinación de diversos modos de transporte para optimizar la eficiencia, incluidos los servicios de transporte público informal. 

Usuarios: Las personas y empresas que dependen del sistema de transporte para sus actividades diarias y fines económicos, incluidas las poblaciones de bajos ingresos, los trabajadores informales y las comunidades marginadas. 

Normativa y políticas: Políticas gubernamentales, normativas y estrategias de planificación urbana que influyen en el funcionamiento del sistema de transporte. En el Sur Global, esto debe incluir políticas que reconozcan e integren los servicios de transporte informales en el sistema formal. Abordar los retos de asequibilidad y accesibilidad a los que se enfrentan los usuarios vulnerables. 

Sistemas tecnológicos: Sistemas de transporte inteligentes, análisis de datos y tecnologías emergentes que mejoran la eficiencia y la sostenibilidad del transporte urbano. 

El pensamiento sistémico permite una comprensión holística del sistema de transporte urbano, teniendo en cuenta la interconexión de sus componentes. Esta perspectiva ayuda a identificar posibles puntos de vulnerabilidad y efectos en cascada que pueden afectar al sistema durante fenómenos climáticos u otras perturbaciones.  

Partiendo de la base de que un sistema urbano sólo comprende estos 6 componentes, y entiendo que podría haber más formas de definir los subcomponentes del sistema, existen casi 60 interacciones posibles. He aquí algunas de las cuestiones que surgen al pensar en las interacciones de los componentes de los sistemas de transporte urbano: 

Infraestructuras y vehículos: Incluir materiales y diseños resistentes al clima en carreteras y puentes puede mejorar su durabilidad frente a fenómenos meteorológicos extremos, reduciendo los daños y los costos de mantenimiento. Del mismo modo, promover el uso de vehículos eléctricos o híbridos reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a mitigar el cambio climático. 

Infraestructuras y operaciones: La implantación de infraestructuras inteligentes que apoyen la gestión del tráfico en tiempo real puede ayudar a organizar el tráfico durante fenómenos meteorológicos extremos o emergencias, reduciendo la congestión y mejorando la resiliencia general del sistema. Por otro lado, la falta de mantenimiento periódico de las infraestructuras de transporte puede deteriorar su estado. Sin un mantenimiento adecuado, la infraestructura se vuelve más susceptible de sufrir daños durante fenómenos meteorológicos extremos. 

Con una planificación cuidadosa de la movilidad urbana, las interacciones entre los componentes pueden mejorar la resiliencia.  Por ejemplo, el diseño de infraestructuras sencillas y de bajo costo para los peatones, como vías peatonales y cruces seguros, fomenta los modos de transporte sostenibles, reduciendo la dependencia de los automóviles individuales y mejorando la resiliencia general del sistema. Para las ciudades con acceso a las capacidades y tecnologías necesarias, la integración de sistemas de transporte inteligentes y análisis de datos puede mejorar la capacidad de adaptación del sistema, permitiendo respuestas en tiempo real a los cambios en los patrones climáticos y las condiciones del tráfico. La utilización de tecnologías avanzadas para una gestión y programación eficientes del tráfico puede mejorar la capacidad de adaptación del sistema, garantizando respuestas oportunas a las perturbaciones causadas por fenómenos relacionados con el clima. 

Tratar el transporte urbano como un sistema y aplicar el pensamiento sistémico proporciona un marco global para abordar las complejidades del transporte en entornos urbanos, especialmente en el contexto del cambio climático y los retos únicos a los que se enfrentan las ciudades del Sur global. Y lo que es más importante, el pensamiento sistémico facilita el desarrollo de estrategias adaptativas que permiten a las zonas urbanas responder de forma proactiva a las condiciones cambiantes del entorno y a las perturbaciones imprevistas, mejorando en última instancia la resiliencia del sistema de transporte urbano. 

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