Calles inundadas, sistemas rotos: Por qué la movilidad urbana debe adaptarse para sobrevivir

Flooded streets

Al cierre del primer trimestre de 2025, el mundo ya ha experimentado una fuerte escalada de fenómenos meteorológicos extremos -especialmente inundaciones y olas de calor- que han trastornado vidas, tensado economías y dañado infraestructuras en Asia, África y América Latina. Estos primeros meses han estado marcados por una cascada de catástrofes relacionadas con el clima en múltiples continentes, lo que ofrece una visión aleccionadora de los efectos acelerados del calentamiento global y de la creciente complejidad de la gestión de los riesgos climáticos compuestos.

En enero, el ciclón tropical Dikeledi desató su furia en el suroeste del océano Índico. Al tocar tierra en Madagascar, Mayotte y Mozambique, la tormenta dejó un rastro de destrucción a su paso. Al menos nueve personas perdieron la vida, miles se vieron obligadas a abandonar sus hogares y las infraestructuras críticas quedaron en ruinas, lo que demuestra la vulnerabilidad de la región ante fuerzas naturales tan poderosas.

A mediados de febrero, el sur de Botsuana y el este de Sudáfrica se vieron azotados por fuertes lluvias que provocaron inundaciones generalizadas. La catástrofe se cobró al menos 31 vidas y puso al descubierto las deficiencias sistémicas de la gestión y la preparación locales ante las inundaciones, reavivando los llamamientos urgentes para mejorar las infraestructuras y las estrategias de mitigación de riesgos.

A principios de marzo, la ciudad argentina de Bahía Blanca se vio sacudida por una rara y brutal secuencia de fenómenos climáticos extremos consecutivos: un calor abrasador seguido casi inmediatamente de repentinas inundaciones repentinas. Este sorprendente contraste de fenómenos extremos, ambos más probables debido a los cambios climáticos, fue un sombrío recordatorio de la creciente complejidad de la gestión de catástrofes meteorológicas en entornos urbanos.

El mes de abril trajo una nueva tragedia a África central. En Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, las incesantes lluvias provocaron graves inundaciones que causaron la muerte de 33 personas y el desplazamiento de muchas más. Las calles se convirtieron en ríos, el transporte se paralizó y los sistemas informales de transporte de la ciudad quedaron paralizados. La crisis puso de manifiesto la acuciante necesidad de una planificación urbana más resistente al clima y de invertir en infraestructuras adaptables.

Mientras tanto, Asia Central se enfrentaba a un tipo de crisis totalmente diferente. En marzo, una ola de calor sin precedentes se apoderó de la región, con temperaturas que alcanzaron niveles récord: 30,8 °C en Jalalabad (Kirguistán) y 29,4 °C en Namangan (Uzbekistán). Estos extremos superaron los límites de las normas estacionales y sirvieron como un indicador más de las crecientes presiones que el cambio climático ejerce sobre los ecosistemas y las sociedades.

Estos fenómenos ya no son anomalías aisladas, sino que forman parte de una tendencia al alza vinculada al cambio climático inducido por el hombre, que cada vez resulta más difícil de gestionar sin una adaptación sistémica a largo plazo.

Adaptación: De la concienciación a la acción

Aunque el cambio climático no conoce fronteras, las ciudades siguen teniendo las herramientas para liderar una adaptación transformadora

Los incidentes climáticos mencionados, repartidos por geografías muy diferentes, apuntan a una realidad compartida: las infraestructuras urbanas son alarmantemente vulnerables a los extremos climáticos

Esto es especialmente visible en las ciudades del Sur Global, donde la rápida urbanización supera a la planificación resiliente, y las ciudades son focos de desigualdad, degradación medioambiental y exposición a riesgos climáticos, que van desde la mala calidad del aire y el estrés hídrico hasta la pérdida de biodiversidad y los desplazamientos.

El informe del Banco Mundial 2023 "Thriving: Making Cities Green, Resilient, and Inclusive in a Changing Climate" («Prosperar: Ciudades verdes, resilientes e inclusivas en un clima cambiante») subraya que el cambio climático y la degradación del capital natural están interrelacionados, y que las ciudades deben liderar ahora el desarrollo de soluciones inclusivas, ecológicas y resilientes. MobiliseYourCity ofrece dos recursos fundamentales para apoyar este viaje:

  1. Adaptación de la movilidad urbana al cambio climático - Nueve principios para la acción eficaz
    Esta publicación esboza principios claros para diseñar sistemas de transporte y espacios urbanos que puedan soportar condiciones climáticas extremas. Estos principios hacen hincapié en la flexibilidad, la equidad, la integración de los ecosistemas y la coordinación intersectorial.
  2. Integración de la adaptación climática en los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS)
    Esta guía proporciona un marco práctico para integrar la adaptación al clima en las estrategias de movilidad urbana. Fomenta la planificación participativa, la integración multimodal y las inversiones con visión de futuro que reducen la vulnerabilidad al tiempo que promueven el acceso sostenible para todos.

Las dos publicaciones se basan en retos del mundo real y ofrecen un camino claro hacia futuros urbanos resilientes para responder a lo que 2025 ya nos ha enseñado: la resiliencia ya no puede esperar, la adaptación ya no es opcional para las ciudades del Sur Global, es fundamental para la supervivencia, la prosperidad y la justicia en un mundo que se calienta rápidamente.

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